Antes de mi constructora, años ha, cuando ostentaba el grado de Teniente Primero en la Marina de Guerra como Piloto Naval, fui nombrado como jefe de Mantenimiento del Escuadrón de helicópteros donde volaba y me tocó en ese tiempo la difícil tarea de poner operativo un helicóptero de combate modelo SH3 Sea King “el rey del mar”, de esos que usa POTUS ( Marine 001, en nuestro caso Naval 001), con capacidad para 24 personas o 2 misiles o 4 torpedos que estuvo desarmado por más de 10 años y mi gente junto conmigo nos trazamos la meta de hacerlo antes de que llegara fin de año y así sucedió. Pero lo que relato no habría tenido nada de extraordinario hasta que unos días antes del vuelo de prueba de esa aeronave (prueba que conlleva un riesgo superlativo por lo mismo que no se sabe cómo se comportarán los sistemas de la aeronave después de tanto tiempo) se me acercaron en diversos momentos, varios miembros del personal que trabajó en esa meta durante todos esos meses, con el fin de que el día del vuelo los llevase a todos porque querían estar abordo como muestra de confianza de su trabajo y del trabajo de todos sus compañeros, técnicos especialistas involucrados, y evidentemente eran tantos que no se podía admitir a todos.
Así que con los que pude programar, hicimos ese vuelo de prueba sin mayor novedad más allá de ajustes posteriores en algunos sistemas hidráulicos, pero lo que me preguntaba mientras estaba en ese trance del despegue con aquellos insignes pasajeros, era que los motivaba a todos ellos a unirse como “una piña” y no dudar ni por un minuto del trabajo del otro hasta el punto de arriesgar su integridad en un vuelo de esas características, a pesar de que, como todo nuestro día a día, arriesgar era parte del trabajo. De hecho la aeronave salió muy bien y recibimos una felicitación por parte del Jefe de nuestra organización por tal titánica labor.
Ejemplos como esa historia o mucho más intensos incluso como los de mis colegas de otras especialidades, los infantes de Marina, aquellos que estuvieron en el rescate de rehenes en la embajada de Japón, que junto con los de operaciones especiales se fajaron en la selva, los de superficie y submarinistas con misiones de rescate y exploración o su presencia apoyando a los ciudadanos en los desastres naturales, hay por cientos y no es la idea llegar al tedio con más que un ejemplo y quise que fuera el propio, el de un aviador naval en una labor netamente técnica mientras ocupaba ese cargo, y siendo este un helicóptero usado en misiones de búsqueda y rescate de gente en alta mar, en la guerra antisuperficie o la guerra antisubmarina, debía estar en las mejores condiciones de alistamiento, tanto en tiempo de paz como de guerra, y en esa época vaya que si estábamos ocupados en la guerra contra el terrorismo en la selva.
Es aquí donde me di cuenta que en la carrera militar, se premia, se reconoce o condecora (en caso sea una acción extraordinaria) a la gente que está dispuesta a sacrificarse para que otros puedan completar una misión o un trabajo, y es gente que no pide ser reconocida, ni hace alarde de un trabajo bien hecho, mientras que cuando pasé al otro lado, el empresarial, me descolocó completamente darme cuenta que la mayoría dában estímulos y bonos a la gente que está dispuestos a sacrificar a otros para que ellos puedan ganar, un sistema digamos que mercenario donde existe una competitividad completamente al revés, pareciera que la idea es “como vendiste más, has producido más, te quedas, el resto, como no llega al número, se va despidiendo”
Esos militares (me voy por ese sector ya que del “arte de la guerra” de Sun Tzu han sacado N libros adaptándolos al lado empresarial y es muy interesante ese enfoque, para la constructora resulta muy útil) no son mejores ni peores que uno mismo, son exactamente iguales solo que disfrutan de ese tipo de compañerismo y de un trabajo distinto a tantos otros, disfrutan del entorno, del ambiente y les aseguro que si de este lado creamos un ambiente similar o entorno idóneo, cualquiera de nosotros es capaz también de hacer cosas extraordinarias por su gente
Conozco muchos de esos llamados “héroes” que pusieron en riesgo su integridad física y su vida misma por salvar a otros (y lamentablemente también tengo ejemplos muy cercanos de amigos que no lo lograron y en su momento conversaré de ellos porque merecen mi reconocimiento eterno) todos ellos, no tuvieron o no tienen mayor diferencia en su estilo de vida, orígenes o crianza que cualquiera de nosotros, son personas comunes y corrientes solo que en un entorno distinto de trabajo.
Pero que tenemos en común todos los militares cuando nos preguntan porque estaríamos dispuestos a sacrificar la vida por el otro y la respuesta es automática – “porque ellos harían exactamente lo mismo por mi·-
He ahí que se refleja un máximo sentido de cooperación, confianza. El compañerismo, en grado sumo, y el asunto con estos conceptos es que son sensaciones y no instrucciones, yo no puedo tener confianza automática en alguien solo porque este me lo repite 3 veces al día o no podría ordenar a un grupo de personas y decirles que cooperen porque yo se los digo, no funciona de esa manera, esas son percepciones y sensaciones que se deben cultivar.
Y esto viene desde tiempos inmemoriales donde el hombre ante tantos peligros acechando afuera, se sentía protegido dentro de una tribu, en donde afloraba la reacción natural a sentirse confiado y con deseos de colaborar con su entorno cercano, donde podía dormir tranquilo sabiendo que alguno de ellos velaba por su seguridad y viceversa
Ahora el mundo no es tan diferente que cuando vivíamos en tribus ya que estamos rodeados de peligros por donde vayamos y no necesito enumerarlos porque se me acaba la batería de la laptop y no terminaría, rodeados de cosas que intentan frustrar nuestros objetivos, o impedir nuestros éxitos, basta una fluctuación del Dólar, o una nueva tecnología que no conocemos y puede hacer que tu negocio colapse de un día para otro, como un Uber a las empresas de Taxis, un AirbNb a las empresas Hoteleras, las llamadas gratis de las Apps a los operadores móviles que no saben ya como enchufarnos los teléfonos fijos que casi nadie usa ya, o sin ir tan lejos, tu fiera competencia que trata de aniquilarte, sacarte del juego o quitarte parte de lo que habías conseguido con esfuerzo. Nada de eso podemos controlar, ahí están y ahí seguirán,
Las únicas variables que si podemos controlar o en todo caso, estimular, son las condiciones dentro de tu organización, tu tribu, donde el líder es fundamental porque marca esas condiciones y guía a su personal, cuando escoge a su gente y su seguridad antes que la propia, capaz de sacrificar su integridad antes que la de ellos, es ahí donde acciones extraordinarias ocurren, y no se olviden de mi ejemplo, esos héroes fueron personas comunes y corrientes como cualquier otra, en todo caso, héroes somos todos, solo gente regular en entornos irregulares.
Aunque parezca contradictorio, uno dentro de la Marina sabe que está en un entorno donde está protegido, que sus líderes van a velar por ellos, y uno se siente a salvo dentro de la organización a pesar del trabajo que implica el mayor riesgo posible en comparación de otros, por ello cada uno aquí debe hacer de su entorno, un lugar donde sus trabajadores se sientan protegidos, cómodos, a gusto, en un ambiente de cooperación y confianza y verán que lograrán cosas extraordinarias
Si les damos condiciones tergiversadas (las de siempre), la de los números fríos, las de una competencia insana de uno contra el otro, el trabajador gastará más energía en protegerse del resto tanto dentro como fuera del entorno que inevitablemente afectará y debilitará a la organización, volviendo vulnerable a la “tribu”
En cambio si nos sentimos seguros dentro, la gente empezará a combinar fortalezas, talentos y capacidades para afrontar peligros externos y los desafíos que la naturaleza de sus trabajos les presenta, ese es el trabajo de los líderes, el de brindarles oportunidades, entornos seguros, entrenamiento, instrucción, poner disciplina si amerita, generarles auto confianza y darles las oportunidades de intentar, probar, hasta de fallar si en caso eso los hace aprender y reforzar sus capacidades para que con eso lleguen a tener resultados que nunca pensamos que se podrían conseguir.
Recuerden que los verdaderos líderes no sacrifican a la gente por los números sino sacrifican a los números por lo verdaderamente importante que es la gente, la que se esfuerza por llegar a esos números
Un ejemplo claro de esto es lo que le sucedió en la crisis del 2008, a la empresa Barry-Wehmiller, en el medio Oeste de EEUU, que perdió un 30% de sus pedidos de un día para el otro (en una empresa de manufactura eso es casi una tragedia) debiendo obligatoriamente ahorrar U$ 10M para salvarse y como es usual la primera opción en la lista de análisis era despedir personal, por lo que el CEO, un hombre comprometido con su personal, se negó a hacerlo, él le tenía fe a su gente y no a los números (que eran de terror).
Dentro de toda esa crisis tuvo su “momento Eureka” (hagan clic en las letras color Viagra que los llevará a mi artículo donde se define que es ese momento), se le ocurrió dar 4 semanas de licencia no remunerada a todos desde él mismo hasta el último empleado, pudiendo tomarlas en cualquier momento siempre que no fueran consecutivas.
Pero al margen de la medida que se iba a tomar era la forma cómo comunicarla lo que importaba, el CEO les dijo que era mejor que todos por igual sufrieran un poco a que cualquiera de ellos tuviera que sufrir mucho al ser despedido, y con ello inmediatamente la moral, cual batallón preparado para el combate al lado de su líder, se disparó a la estratosfera.
Barry-Wehmiller ahorró U$ 20M pero lo más importante no fue el ahorro o el número que se superó con creces sino la actitud de todos, la cooperación, confianza y que inmediatamente fluyeron el compañerismo y los pequeños actos de sacrificio, al punto que unos que se podían permitir estar algo más ajustados tomaron 5 semanas para que otros más necesitados pudieran tomar solo 3 y así la unión los hizo más fuertes (y obvio muchísimo más productivos).
El liderazgo no es un rango, una posición, sino algo electivo, conozco líderes y conozco autoridades, a los que se les obedece por su mismo empoderamiento en la organización, pero que voluntariamente nadie seguiría. Mientras que también he visto a gente que sin tanta autoridad son líderes innatos y es porque ellos eligen cuidar y guiar a su gente, la que está por encima, por debajo o a sus pares en las organizaciones, eso es un líder El líder siempre formará líderes.
Yo quería volar ese día solo con la tripulación, para que arriesgar más de lo necesario con un vuelo de ese tipo, ser 3 personas (piloto, copiloto y el mecánico), sin embargo el helicóptero al final se hizo al aire con 12 personas a bordo, todos me encontraron una justificación técnica de porque debían hacer ese vuelo, y se las aceptamos (a pesar que algunos se veía que tenían las pelotas como aretes porque no estaban acostumbrados a volar y menos en un vuelo de prueba), confiábamos en la habilidad y capacidad del otro y eso era lo que nos movía a todos, y así pasó
Luego de reflexionar con lo que describo líneas arriba, con toda certeza puedo afirmar que cualquiera que lee esto, hombre, mujer, ejecutivo Senior o Junior, puede hacer que la gente de su organización suba a “su helicóptero”, todos estamos hechos de lo mismo, todos podemos ser héroes todos los días, y en mi constructora tenemos muchos
Pepe Tudela
- Twitter: @tudela_pepe
- CEO W.V. Contratistas Generales S.A.
- constructora / naves industriales / infraestructura